He intentado retrasar la escritura de este libro todo lo que he podido. No me consideraba ni preparado ni digno de hacerlo, sobre todo después de pasar una etapa de fuerte ansiedad y desasosiego. Después de años con cierta calma y paz interior, en una búsqueda sincera de equilibrio, a principios del 2022 sentí como si, tras toda la tensión de la pandemia de COVID, el esfuerzo del trabajo en la Iglesia y en mi profesión, y la lucha por escalar un poco más en mi vida cristiana se desmoronasen, a pesar de haber llegado a un relativo éxito en mi profesión como escritor y de tener una familia llena de amor y bondad. En definitiva, tenía la extraña sensación de que, si en algún momento había tenido algún tipo de autoridad para escribir este libro, se había disipado como una neblina con el caluroso viento del sur. ¡Entonces lo comprendí todo!
No fue una iluminación ni un acto reflexivo, tampoco una revelación, ni una epifanía. Simplemente me di cuenta de que este libro no iba sobre mí: era un libro sobre Jesús y cómo él enfrentó la adversidad, la ansiedad y la avaricia, sobre cómo lidió con los valores de su mundo y salió triunfante de todo ello.
Querido amigo y querida amiga: tengo más de cincuenta años, he vivido varias crisis económicas, varias etapas de sequedad espiritual y de abundancia, he servido a Dios durante más de treinta años en diferentes ministerios como pastor, copastor, diácono, líder de jóvenes, librero y maestro de la escuela dominical. Trabajé como director de una misión cristiana de ayuda contra la lepra durante quince años y he escrito más de setenta libros, pero todo lo que tengo y soy, lo que he hecho y lo que haré con la ayuda de Dios, es fruto de su amor y misericordia.
Como dijo el apóstol Pablo:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.La perfección cristiana no se puede alcanzar por medio de la fuerza humana, pues ella es el resultado del trabajo divino en nuestras vidas. La carrera continúa y todos seguimos aprendiendo. Por eso te invito a que corras conmigo una milla más hasta llegar a la meta.
Espero que al final de este libro pueda pronunciar las mismas palabras que Pablo dijo a los filipenses:
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.En una época en la que la “super fe”, el “evangelio de la prosperidad” y de nuevo “la teología de la liberación” minan y entorpecen el caminar de muchos que quieren seguir a Jesús, es más necesario que nunca vivir una vida sencilla al estilo de Jesús.
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